Imagina que por casualidad naciste en el continente africano y que hoy vives allí. La probabilidad de que la crisis climática lo obligue a abandonar su hogar, su comunidad o incluso su país en los próximos años es significativamente mayor que para nosotros aquí.
No por elección, sino por necesidad.
Injusticias territoriales
Los habitantes de este continente, sin embargo, emiten menos del 4% de los gases de efecto invernadero del planeta, pero ya se ven afectados de manera desproporcionada por sus efectos climáticos.
La proliferación de sequías e inundaciones amplificadas por la crisis climática ya está afectando la vida de los africanos mucho más que la nuestra. Según el último informe de la FAO, en 2022 una de cada cinco personas pasará hambre. Mientras que uno de cada tres no tiene acceso a agua potable.
No es de extrañar que tantas personas busquen una vida mejor. En algún otro lugar.
Refugiados climáticos
Según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), los desastres climáticos provocaron el desplazamiento de casi 24 millones de personas en 2021. Muchos de ellos niños.
Para 2050, el Banco Mundial espera que la crisis climática obligue a 216 millones de personas a abandonar su región. Esto es el equivalente a 25 veces la población de Quebec.
Detrás de estas estadísticas, hay humanos reales. Personas que buscan sobrevivir, aunque eso signifique jugarse la vida a bordo de tinas o contenedores para cruzar mares u otras fronteras.
El papel de Quebec
La cuestión de la responsabilidad de los países ricos hacia los países más vulnerables a la crisis climática está en el centro de los debates de la COP27 que se celebra actualmente en Egipto.
Se espera que el ministro Benoit Charette anuncie una contribución financiera de Quebec a los países más vulnerables para ayudarlos a adaptarse. Y eso es bueno.
Pero se necesita hacer más. Mucho más.
Quebec debería comprometerse a hacer su parte justa al reducir drásticamente sus emisiones de GEI. Los científicos del IPCC recomiendan una caída del 43% para 2030.
¡Entre 2015 y 2019, los GEI de Quebec en realidad aumentaron un 4,2%!
Si tomáramos la crisis en serio, examinaríamos todas nuestras decisiones por su impacto en el medio ambiente. Todos los nuevos proyectos económicos o de infraestructura que contribuyan a aumentar las emisiones de GEI deben ser reemplazados por proyectos que hagan lo contrario.
Por ejemplo, un proyecto como el tercer eslabón se convertiría en inversiones masivas en transporte público y movilidad sostenible.
Nuestros gobiernos tienen el poder de establecer marcos regulatorios que ayuden a construir una economía que respete los límites de los ecosistemas.
Mostrarían así coraje, al tiempo que inspirarían a las empresas y a toda la población a tomarse en serio la emergencia climática.
Es hora de ponernos en el lugar de nuestros hijos y nietos, quienes serán los más afectados por las consecuencias de nuestra inacción climática, como millones de migrantes en la actualidad.
¿Y si fueran ellos los que un día tuvieran que irse de Quebec? Pero desafortunadamente, no hay planeta B.
Fuente: news.eseuro